- 11 Sep 2006, 12:16
#572256
Meni strašno nedostaje autor ove priče koja upravo govori o nedostajanju. Ne mogu više ni jedan dan da zamislim bez njega. Nadam se da ćemo uskoro biti zajedno. Ako budem imao vremena, prevešću je na srpski da biste mogli da razumete, a može i Angelina da je prevede, ako hoće.
“ECHAR DE MENOS”
El sentimiento de nostalgia me parece engañoso por prefabricado, lo que no quita que no lo sufra, claro. Borges decía que al pensar en cosas pasadas, lo hacemos sobre recuerdos, no sobre las primeras imágenes, con lo que la sospecha de la invención libre e inconsciente planea bajo, susurrando que no hay recuerdos verdaderos y que vamos pintando y colgando los cuadros en el salón de nuestra vida a medida que pasan los días con sus fríos a olvidar.
A mí me pasó una vez. Una noche de agosto, tirado en una alfombra en el desierto del Sinaí, justo bajo el foco de las estrellas, centro y nada del todo universal, una bella voz amiga me preguntó cómo se decía al español to miss, mancare. Y que qué pensaba yo about.
No respondí. Causas de mi no continuación al argumento, que había demasiado universo frente a mi frente y mi palabra, volátil, flotaría para no distinguirse, para perderse como una mota de polvo en el rayo de sol, entre tanta constelación, años luz y luces de milenios. El típico signo de insignificancia humana cuando dejas al firmamento negro que se te muestre por más de un minuto, mezclado con un poquito de mi típica desidia verbal, que andaba ciertamente relajada por unos efectos psicoactivos que ya me rondaban.
Tengo que decir que soy de los de a posteriori, de los que van imaginando respuestas dignas y contundentes como remedio a lo que no dije y tendría que haber dicho; digamos que ejercito bastante lo de la respuesta retrasada, inútil ya pero terapeúticamente conciliadora con mi yo, y así me cuido. Por eso en una cafetería de facultad de una tarde de noviembre, sin venir a cuento, me descubrí cosiendo un buen por qué. Seguro que donde más se nos presenta la nostalgia es en la ausencia de la persona a la que amamos o hemos amado, y que alguien me diga lo contrario. Pero tal vez -y quizá es que ahora estoy un poco solo, perdónenme esta elucubración los que estén bajo hechizo de amor-, cuando decimos que amamos o hemos amado, lo que anhelamos y admiramos del amor, noción real y plagiada al mismo tiempo –precisamente por eso, por noción universal, por nebulosa aspiración del común de los comunes-, es el mantenimiento de nuestro permanente estado de dulce acecho, que nos hace sentirnos señalados y fuera de la cotidianeidad: anhelo de una presencia, de un susurro al oído, de un olor, de un roce de labios.
Y tal vez, seres evocadores, la añoranza está ahí, no tanto en la persona que falta como en la egoísta certeza de conocernos fuera de nosotros, irracionales y plenos, tan sólo por saber que esa determinada persona existe, atiende nuestras palabras y nos toma de la mano y para siempre.
Así, y por resumir y por ejemplo, que me echo de menos en tí.
Como a todo lo inefable hoy, también a la genética algún día le tocará descubrir por qué la gente echa de menos, por qué to miss e mancare. Mientras tanto, al viajar y al vivir, siempre nos seguiremos topando con silencios insondables, o con dificultades de traducción e interpretación.